El
Real Madrid comienza a reconstruir su maltrecha imagen en la
Liga de Campeones. Las enormes decepciones acumuladas en las seis temporadas anteriores han convertido en un hecho excepcional lo que no debía ser más que una normalidad para este equipo. El Madrid ha vuelto a su casa, porque estar entre los mejores de Europa es el hogar de este club, a los cuartos de final, tierra prohibida de la que le alejaron en los cursos anteriores sus enormes torpezas, de distinto tamaño y condición, deportivas y cometidas lejos del césped. Vuelve a estar entre los ocho mejores de Europa. Su historia y su presupuesto le obligaban a ello. El Madrid no ha hecho nada que no debiera y estar donde ha llegado no debe interpretarse como un éxito ni como la sensación de que el objetivo ya está cumplido. Debe ser sólo un paso para seguir creciendo.
El Real Madrid estará en cuartos de final después de siete años de ausencia. Fue muy superior al Lyon, al que venció con tantos de Marcelo, el mejor de la noche, Benzema y Di María.
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